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11 de septiembre de 2016

CADA ARGENTINO GENERA UN PROMEDIO DE 6,9 KILOS DE RESIDUOS ELECTRÓNICOS


María Elvira Montes de Oca


Un estudio publicado por la Universidad de las Naciones Unidas, asegura que cada argentino generó en 2015, en promedio, 6.9 kilos de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
En la Argentina, a diferencia de otros países del mundo y de la región, no existe un circuito formal para la gestión de los residuos electrónicos. Hay programas voluntarios de municipios y empresas.
Y no hay una normativa específica para estos residuos, que terminan en una zona gris de la legislación. Son residuos domiciliarios, pero peligrosos.


La Ley 24.052 de Residuos Peligrosos incluye las pilas, por ejemplo, debido al tipo de componentes químicos que contienen. Sin embargo, excluye los residuos domiciliarios. Y la Ley 26.184 de Energía Portátil establece porcentajes máximos de contenido de mercurio, cadmio y plomo, pero no dice nada acerca de la gestión de las baterías una vez desechadas.
Pilas y baterías
El promedio de consumo por año es de 10 pilas por persona. En el período 2003-2015 se importaron 445.782 toneladas, según el Informe sobre gestión de pilas y baterías eléctricas en Argentina, realizado por el INTI.
El 11 de julio el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación anunció un proyecto para darle disposición final a las pilas, en base al principio de responsabilidad extendida al productor (REP).
La responsabilidad extendida al productor es el principio que rige la legislación vigente en el exterior.
Extiende la responsabilidad a los fabricantes del producto en su producción y prevención de la contaminación, su recuperación, reciclaje y disposición final.
Las pilas que se utilizan en la Argentina son todas importadas; de modo que las empresas importadoras serán las encargadas de llevar adelante el proyecto del Ministerio.
El plan contempla que los usuarios lleven las pilas de uso doméstico a puntos de recolección en todas las localidades del país. Luego, las empresas se encargarán de almacenarlas en centros de seguridad, hasta su disposición final, con un sistema que sea aprobado por el Ministerio.

No son todas iguales
Existen dos tipos de pilas: las primarias y las secundarias. Las primarias son las desechables. Las secundarias, las recargables.
Todas las pilas contaminan al ser descartadas, ya que contienen materiales tóxicos, como mercurio, cadmio, plomo, zinc, manganeso y litio.
Según Greenpeace, el 30% de su contenido causa daños a la salud y el medio ambiente.
En la Argentina, cuando una pila no sirve, se tira junto con la basura domiciliaria y termina en rellenos o basurales a cielo abierto. Sus elementos se oxidan y derraman tóxicos en el suelo, agua y aire. Lo mismo ocurre si se queman en basureros o se incineran.

Despacito
El primer paso argentino hacia el reciclado de pilas lo dio la Universidad Nacional de La Plata, que inauguró en junio de 2015 un complejo que puede reciclar 80 kilos de pilas por mes.
Se trata de una planta piloto multipropósito, que recupera los metales de las pilas alcalinas para su reutilización; pero no procesa pilas reciclables.
En otros municipios, como en la ciudad de Mar del Plata se aíslan en claustros de hormigón.
De acuerdo con los lineamientos del INTI, cuando se hace este tipo de encapsulamiento con cemento es recomendable colocar las pilas en un envase hermético, junto a un reactivo básico que neutralice los productos de alteración ácidos. Esta metodología puede ser utilizada, si luego se cuenta con un relleno de seguridad, que es un depósito diseñado para contener sustancias potencialmente peligrosas para la salud humana y el ambiente.

Existen diversas iniciativas de programas de recolección de pilas y baterías agotadas con la finalidad de construir elementos como ladrillos o bancos de plaza. Pero, incluso cuando se utilicen productos para inmovilizar los compuestos peligrosos, los procesos químicos pueden continuar y fisurar los elementos o bien se pueden romper por mal uso o por su demolición, quedando expuestos los componentes peligrosos.
El INTI recuerda el antecedente de unos caños de cemento que contenían pilas usadas y que estallaron en un gimnasio en Mendoza. Caños que contenían botellas de PET rellenas de pilas se fisuraron y se produjo una filtración de los líquidos interiores.
Los mejores métodos de gestión de residuos de pilas y baterías son aquellos en los que se recuperan materiales valorizables para reintroducirlos en el circuito productivo.

Qué hacer
- Utilizar baterías recargables, ya que una pila recargable puede sustituir hasta 300 desechables, además de que su impacto ambiental es menor. En las baterías recargables puede recuperarse hasta un 90% de sus materiales, en tanto que de las pilas comunes cerca de un 50%.
- No usar pilas de origen dudoso. Pueden contaminar más de lo permitido por la legislación vigente.
- Juntar las pilas que ya no se usan en un frasco fuera del alcance de los chicos. Averiguar en el municipio cuál es el centro de recolección y llevarlas.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se puede buscar en la página de Internet. Hay un buscador que, de acuerdo con la localidad, indica el centro más cercano.
 
Por nosotros y quienes vienen atrás nuestro, juntemos las pilas y baterías, no las tiremos nunca a la basura. Pasemos por un centro de recolección.

Si empezamos a hacerlo, será un hábito a favor de todos.


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